20 de agosto de 2011

Inseparables

Estas prolongaciones metálicas de mis brazos van a convertirse en mis indispensables amigas. Durante un período de tiempo, ellas llegarán medio segundo antes que yo a donde me dirija y guiarán por buen camino mis pasos hasta el día en que con una sonrisa cariñosa en la cara les tenga que decir adiós.

Pero antes tengo que aprender a andar.

16 de agosto de 2011

El descanso forzado de una Mark IV

Hay objetos que están hechos para trabajar, y que si no lo están haciendo sufren. Una cámara profesional necesita realizar no menos de 100 disparos al día, necesita actividad. Sentirse viva y útil mientras inmortaliza momentos de la historia más o menos importantes dependiendo de quién la lea.

Serán cerca de 2 meses de vacaciones para ella mientras yo intento recuperarme del hecho de que una pequeña parte de mis huesos vayan a ver por primera vez en su vida algo de luz directa, que no será la del sol pero les deslumbrará tanto como si lo fuera.

Solo espero que cuando recupere mis capacidades y esté dispuesto para volver a la rutina diaria mi cámara no me guarde rencor y siga trabajando a mi lado como el primer día, o mejor incluso gracias a la experiencia acumulada.

10 de agosto de 2011

Una maleta

En el viaje de ida lleva ropa y espectativas, pero cuando vuelva a su punto de partida traerá experiencias, recuerdos y un poquito de arena...

7 de agosto de 2011

Una calurosa tarde de domingo

No siempre es fácil convencer a tus amigos de que a cambio de cerveza y una simple pero agradable cena te ayuden a montar un armario de 3 metros de largo un caluroso domingo de verano, pero no se si por mi capacidad de convicción o porque realmente tengo buenos amigos esta tarde la gastaremos en mi casa entre tornillos, herramientas e instrucciones en dibujitos que los suecos intentan que comprendamos en todo el mundo.

2 de agosto de 2011

Trabajos

En pleno agosto, con el sol trabajando a pleno rendimiento por primera vez en este verano, recuerdo mi primer empleo, 14 horas en la recta de la N232 que apunta a ausejo, sin una nube en el cielo que protegiera mi blanquita piel, paraba coches intermitentemente para que gente como el de la foto pudiera asfaltar la vía.

Aquel trabajo, y otros como el de la fábrica de embutidos en la que saqué dinero para costearme los sanmateos, me hicieron darme cuenta de que eso no era para mi. Pasaban 3 horas de la jornada y ya tenía ganas de volver, ahora trabajo 12 y cuando me voy a la cama aun pienso en cómo podía haber mejorado mi forma de trabajar ese día o planifico la forma de trabajar del día siguiente. Me alegro de ser fotógrafo.