Como cada año por estas fechas los cajeros de la ciudad cuelgan el cartel de "completo". No queda ni uno libre donde puedan refugiarse los temporeros que vienen a hacer el trabajo que nosotros o no queremos hacer o no queremos pagar.Cada persona que pasa por delante de una plaza atestada de maletas con las pertenencias de toda una vida dentro se queja airadamente por la suciedad y el olor que desprenden, sin recordar que algunos de sus padres o abuelos tuvieron que soportar las mismas condiciones y miradas de desprecio en Alemania, Argentina, Chile, Suiza, Venezuela... que rápido nos acostumbramos a lo bueno y que pronto nos olvidamos de lo malo.