Aún faltaba más de media hora para mi siguiente encargo. Mi
sangre rebosaba cafeína y los bancos de la plaza sujetaban cada vez más y más
agua que el cielo despilfarraba como si nunca hubiese oído la palabra sequía.
Heme allí, buscando un cobijo que cumpliera solamente dos condiciones: seco y
cálido. Cuando una sala llena de sillas de colores y de lectores que
acompañarían perfectamente mi silencio apareció ante mi. Dispuesto a darle uso
adentré mis pasos hacia ella cuando una voz suave me agarró del brazo,
paralizando mis pies, impidiéndome continuar, escupiéndome una de esas frases
que, pese a la buenaintención, apuñalan el corazón de un joven: "Disculpe,
Señor, esa sala es para menores de 30 años"
14 de febrero de 2012
11 de febrero de 2012
3 de febrero de 2012
Venganza
Todos los ojos de la sala se concentraban en los dirigentes de la ciudad, orgullosos de haber coseguido el reconocimiento nacional. La prensa esperaba las palabras de la alcaldesa, que con paso firme se dirigía al micrófono que descansaba sobre mi espalda. Los fotógrafos, concentrados en todos y cada uno de los gestos de la máxima mandataria, intentaban lograr la mejor instantánea del momento. No esperaban que yo, que estoy hecha para aguantar el elegante peso de toda la corporación, me negara a aceptar que esquilaran a mi madre para que un grupo de insignificantes fotógrafos apoyara sus tristes zapatos sobre mi.
Pero por lo menos ese fotógrafo regordete de barba roja y coleta, el que suele pasarse de graciosillo, ha besado el suelo, sumiendo en la carcajada más sana a los que poblaban la habitación. JA JA JA JA
Y ni siquiera me he quedado debajo para amortiguar el golpe...
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