3 de febrero de 2012

Venganza


Todos los ojos de la sala se concentraban en los dirigentes de la ciudad, orgullosos de haber coseguido el reconocimiento nacional. La prensa esperaba las palabras de la alcaldesa, que con paso firme se dirigía al micrófono que descansaba sobre mi espalda. Los fotógrafos, concentrados en todos y cada uno de los gestos de la máxima mandataria, intentaban lograr la mejor instantánea del momento. No esperaban que yo, que estoy hecha para aguantar el elegante peso de toda la corporación, me negara a aceptar que esquilaran a mi madre para que un grupo de insignificantes fotógrafos apoyara sus tristes zapatos sobre mi.

Pero por lo menos ese fotógrafo regordete de barba roja y coleta, el que suele pasarse de graciosillo, ha besado el suelo, sumiendo en la carcajada más sana a los que poblaban la habitación. JA JA JA JA



Y ni siquiera me he quedado debajo para amortiguar el golpe...

No hay comentarios:

Publicar un comentario