1 de julio de 2010

"No estaba dormido, estaba.... meditando"

Recuerdo aquellas clases de historia a primera hora de la tarde, con toda la sangre de tu cuerpo ayudando al estómago a convertir lo engullido en caquita. Estaba en la fila de atrás (como siempre) y la voz del profesor, grave y monotonal, narraba cómo se alzaron los franceses en contra de la nobleza en 1789. La mezcla del silencio, el calor y esa voz que más parecía una canción de cuna que una narración bélica hacían que mis párpados empezaran a transformarse en plomo. Cuando los ojos se daban cuenta de que el que manda ahí dentro no dejaba a los párpados caer derrotados, eran ellos los que subían a esconderse. Hasta el momento en el que decía: "cierro los ojos 5 segundos para que descansen..." y volvía a la vida un rato incalculable después, de un sobresalto producido por el impacto de la certera munición blanca del que acababa de explicar cómo entraba la cabeza de Robespierre en un cesto.

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