3 de agosto de 2010

A la parrilla


En una de mis primeras entradas os hablaba de las noches de verano junto al fuego. Ayer ocurrió. La costilla de cerdo en manto de pimentón chisporroteaba sobre unas patatas que se disfrazaban de astronauta como un niño en sus primeros carnavales. Todo exquisito, pero lo que más recuerdas son las conversaciones de sobremesa acompañadas generalmente por un licor, ayer con el increíble lujo de un Rioja Gran Reserva del 85.

Varias veces en mi vida me ha tocado cenar en buenos restaurantes acompañado de ilustres comensales. La cena espléndida y las conversaciones generalmente estimulan mi lado intelectual bastante más de lo normal, o lo normal para mí. Me divierto y consigo memorables historias en ellas, me encantará vivir las que me lleguen, pero ojalá me queden muchas más de las primeras.

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