6 de enero de 2012

Oda a la navidad

Todo comienza el 24 de diciembre por la noche. Comes y comes y vuelves a comer. Pero cuando al día siguiente abres los ojos que aun mantienen algo del color del alcohol de la noche anterior, te vuelves a encontrar con otra mesa llena de entrantes, primeros, segundos, familiares y postres.

Tu estómago tarda cerca de una semana en digerir tanta comida, no está acostumbrado porque es algo que solo hace una vez al año, aunque en algunas ocasiones repite en cumpeaños y alguna que otra celebración. Y cuando por fin piensa que vuelve a la normalidad, a procesar más verde, llega el 31. La última cena, al pie de la letra. Hay que llenarse con una base lo suficiéntemente grande para que amortigüe todas las copas de ron, whisky o lo que sea, que la nochevieja dejará pasar a nuestro estómago, que nunca son pocas.

Con el primer despertar de cada año vuelven los ojos hinchados acompañados del movimiento en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla, más conocido como resaca. Y para escapar de ella volvemos a juntarnos otra cantidad ingente de familiares para, con voces esta vez más roncas, contar lo llenos que estaban los bares y lo que costaba llegar a la barra mientras no dejamos de desnudar langostinos y bañarlos en mahonesa pensando que mitigarán nuestro dolor de cabeza.

Y cuando ya no podemos más. Cuando creemos que
seremos capaces de dejar de comer una temporada sin sufrir desfallecimiento alguno. Llega la gran fiesta del consumismo, en la que todos se dejan el dinero que no tienen en regalar cosas que no les gusta a gente que no las necesita. Pero todo ello acompañado desde el desayuno hasta la cena con un bizcocho relleno de crema y cubierto con frutas, que la mayoría de la gente aparta, y que tiene dos castigos, uno te hace pagarlo y el otro te ridiculiza con una corona de cartón.

Dos conclusiones saco de todo esto. La primera es que el ser humano no come lo que necesita, sino lo que puede, hasta dar de si todo lo necesario para comer más al año siguiente. Y la segunda es que la próxima vez que sea navidad me volverá a gustar como en mi infancia, porque hay que reconocer que son unas fechas diseñadas para los niños.

1 comentario:

  1. Como me gusta como escribes, cabr"pii". Muy buena la oda, a sido lo único que ha conseguido dibujarme una sonrisa para terminar estas putas navidades. Todos los años intento recuperar el espíritu de las navidades del pasado, pero todos los años termina largándose a base de ostias. En fin, las navidades acaban y el último año comienza... con nuevos proyectos que ya te comentaré, la ultima traca antes de que todo acabe. Je

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