19 de septiembre de 2010

Todos somos seleccionadores


Cuando vemos un partido de fútbol por televisión, o en las gradas los afortunados, todos somos seleccionadores. No queda ni uno solo de los espectadores que no supiera de antemano que alineando a ese lateral en tu equipo, el extremo rival iba a entrar por la banda cual ratero del metro en el calabozo. Y esta afirmación es extensible al resto de aspectos de nuestras vidas.

En concreto hoy me refiero a que hay cosas de mi labor diaria que se escapan a mi comprensión y que gestionaría de otra manera en el caso de que me tocara decidir a mí. De un tiempo a esta parte los managers de los grupos musicales han decidido que 2 ó 3 canciones son suficientes para realizar nuestro trabajo. Pero hay ciertos casos en los que, como esta noche, nos es prácticamente imposible llegar al inicio del concierto. Si sucede esto nos queda intentar colarnos entre la multitud y, entre codazos y pisotones, realizar un trabajo de dudoso nivel profesional.

Mi intención no es mayor que la de no hacer sentir a mi jefe ni una pizca de arrepentimiento por pagar mi nómina a final de mes cuando se despierte y, como cada mañana, lea el periódico antes de desayunar, un poco para ponerse al día y otro poco para evaluar la gestión de su negocio. El cual por cierto va a realizar una publicidad gratuita a los apadrinados del señor que impedía mi trabajo horas antes.

No obstante hoy hemos salvado el trabajo gracias a una persona que, pese a tener que defender unas directrices impuestas, ha hecho lo que comprendía lógico. Gracias.

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